Cómo aquietar el orgullo y fortalecer la humildad

Todos nosotros en algún momento de la semana necesitamos aplacar nuestro orgullo. Estos pasajes te pueden ayudar a trabajar la vanidad, soberbia, enaltecimiento y/o jactancia, además de ayudar a fortalecer el servicio y humildad.

 

Marcos 9:33-37 (RVC) ¿Quién es el mayor? 

Llegaron a Cafarnaún, y cuando ya estaban en la casa, Jesús les preguntó: «¿Qué tanto discutían ustedes en el camino?»  Ellos se quedaron callados, porque en el camino habían estado discutiendo quién de ellos era el más importante.  Jesús se sentó, llamó a los doce, y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y el servidor de todos.»  Luego puso a un niño en medio de ellos, y tomándolo en sus brazos les dijo:  «El que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió.»

 

Lucas 14:7-14 (RVC) Los convidados a las bodas

Cuando Jesús vio que los invitados a la mesa escogían los mejores lugares, les contó una parábola:  «Cuando te inviten a una boda, no vayas a sentarte en el mejor lugar, no sea que otro de los invitados sea más importante que tú,  y cuando venga el anfitrión te diga: “Dale tu lugar a este otro”; porque entonces, con toda vergüenza, tendrás que ir a ocupar el último lugar. Así que, cuando seas invitado, ve más bien a sentarte en el último lugar, para que cuando venga el anfitrión te diga: “Amigo mío, ven y siéntate más adelante”. Así serás honrado delante de los otros invitados a la mesa.  Porque todo el que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido

También le dijo a su anfitrión: «Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos, ni a tus parientes y vecinos ricos, no sea que ellos también te vuelvan a invitar, y quedes así compensado.  Al contrario, cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres y a los mancos, a los cojos y a los ciegos,  y así serás dichoso. Porque aunque ellos no te puedan devolver la invitación, tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.»

 

Lucas 18:9-14 (RVC) Parábola del fariseo y el cobrador de impuestos

A unos que a sí mismos se consideraban justos y menospreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola:  «Dos hombres fueron al templo a orar: uno de ellos era fariseo, y el otro era cobrador de impuestos.  Puesto de pie, el fariseo oraba consigo mismo de esta manera: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, injustos y adúlteros. ¡Ni siquiera soy como este cobrador de impuestos!  Ayuno dos veces a la semana, y doy la décima parte de todo lo que gano.”  Pero el cobrador de impuestos, desde lejos, no se atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “Dios mío, ten misericordia de mí, porque soy un pecador.”  Yo les digo que éste volvió a su casa justificado, y no el otro. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.» .Jesús.

 

Lucas 22:24-27 (RVC) La grandeza en el servicio

Además, los discípulos tuvieron una discusión en cuanto a quién de ellos sería el mayor. Pero Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados benefactores;  pero entre ustedes no debe ser así, sino que el mayor entre ustedes tiene que hacerse como el menor; y el que manda tiene que actuar como el que sirve. 27 Porque, ¿quién es mayor? ¿El que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿Acaso no es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve. »Pero son ustedes los que han permanecido conmigo en mis pruebas. Por tanto, yo les asigno un reino, así como mi Padre me lo asignó a mí,  para que en mi reino coman y beban a mi mesa, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.»  Jesús.

 

Filipenses 2:3-4 (RVC)

No hagan nada por contienda o por vanagloria. Al contrario, háganlo con humildad y considerando cada uno a los demás como superiores a sí mismo.  No busque cada uno su propio interés, sino cada cual también el de los demás.

 

1 Pedro 5:5-6 (RVC)

También ustedes, los jóvenes, muestren respeto ante los ancianos, y todos ustedes, practiquen el mutuo respeto. Revístanse de humildad, porque:«Dios resiste a los soberbios, pero se muestra favorable a los humildes.»  Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.

 

Romanos 12:14-16 (RVC) Deberes Cristianos

Bendigamos a los que nos persiguen; bendigamos y no maldigamos.  Gocémonos con los que se gozan y lloremos con los que lloran.  Vivamos como si fuéramos uno solo. No seamos altivos, sino juntémonos con los humildes. No debemos creernos más sabios que los demás.

 

 Salmos 25:9 (RVC)

El Señor muestra su camino a los humildes, y los encamina en la justicia.

 

1 Corintios 1:18-31 (RVC) Cristo, poder y sabiduría de Dios

El mensaje de la cruz es ciertamente una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para nosotros, es poder de Dios.  Pues está escrito:

«Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la inteligencia de los inteligentes.»
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que escudriña estos tiempos? ¿Acaso no ha hecho Dios enloquecer a la sabiduría de este mundo?  Porque Dios no permitió que el mundo lo conociera mediante la sabiduría, sino que dispuso salvar a los creyentes por la locura de la predicación.  Los judíos piden señales, y los griegos van tras la sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que para los judíos es ciertamente un tropezadero, y para los no judíos una locura,  pero para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios, y sabiduría de Dios.  Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Consideren, hermanos, su llamamiento: No muchos de ustedes son sabios, según los criterios humanos, ni son muchos los poderosos, ni muchos los nobles;  sino que Dios eligió lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo, para avergonzar a lo fuerte.  También Dios escogió lo vil del mundo y lo menospreciado, y lo que no es, para deshacer lo que es,  a fin de que nadie pueda jactarse en su presencia.  Pero gracias a Dios ustedes ahora son de Cristo Jesús, a quien Dios ha constituido como nuestra sabiduría, nuestra justificación, nuestra santificación y nuestra redención, para que se cumpla lo que está escrito: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor

 

2 Corintios  12:1-10 (RVC ) El aguijón en el cuerpo

En realidad, nada gano con vanagloriarme. Sin embargo, ahora voy a hablar de las visiones y de las revelaciones del Señor.  Sé de un hombre en Cristo, que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo (sólo Dios sabe si esto ocurrió físicamente o no),  y sé que ese hombre (sólo Dios sabe si esto ocurrió físicamente o no),  fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que a ningún hombre se le permite pronunciar.  De ese hombre puedo jactarme; pero de mí mismo, sólo me jactaré de mis debilidades.  Sin embargo, no sería insensato de mi parte el querer jactarme, porque estaría diciendo la verdad; pero prefiero no hacerlo, para que nadie piense de mí más de lo que ve u oye de mí. 7 Y para que no me exaltara demasiado por la grandeza de las revelaciones, se me clavó un aguijón en el cuerpo, un mensajero de Satanás, para que me abofetee y no deje que yo me enaltezca.  Tres veces le he rogado al Señor que me lo quite, 9 pero él me ha dicho: «Con mi gracia tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por eso, con mucho gusto habré de jactarme en mis debilidades, para que el poder de Cristo repose en mí. 10 Por eso, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en las afrentas, en las necesidades, en las persecuciones y en las angustias; porque mi debilidad es mi fuerza.