Consejos para la traducción
Introducción
La traducción de la Biblia forma parte del gran campo de estudios conocido como Ciencia de la comunicación humana. Por lo tanto, para entender mejor la labor de la traducción de la Biblia, es necesario comprender un poco algunos de los elementos que forman parte de la comunicación entre las personas.
Si F y R comparten el mismo contexto histórico-cultural, el asunto no es tan complicado. Habrá que considerarse, en el momento de comunicarse el mensaje, varios elementos: cuál es la situación en la que se da; los códigos que se usan para lograr una correcta decodificación; el contacto entre los comunicantes, si es directo o indirecto.
Pero si F y R están en contextos culturales, históricos y geográficos distintos, la comunicación se complica más. Al diagrama anterior hay que agregarle, por lo menos, dos niveles más de comunicación:
En el primer nivel tenemos a la fuente, es decir, la persona que comunica el mensaje original, el cual va destinado a un receptor original. En el segundo nivel, el traductor, que es a la vez receptor y fuente, recibe el mensaje como si fuera R1 y, en un contexto histórico y cultural diferente, produce un nuevo mensaje (M2), destinado a un receptor final. El tercer nivel, corresponde a la tarea del especialista que, como receptor, tiene acceso a M1 y con su aporte afecta también a M2.1
El asunto se complica todavía más si consideramos que en la mayoría de las traducciones a lenguas indígenas, los traductores no saben hebreo, ni griego ni arameo. Su traducción se basa, por lo general, en las versiones castellanas que tienen a la mano. En ese caso, su fuente ya no es M1, sino M2.
A todo esto hay que agregar lo que la lingüística nos ha enseñado sobre traducción por equivalencia formal y traducción por equivalencia dinámica o funcional.
Hay esencialmente dos tipos de traducción: (1) la literal, que también se conoce como traducción por equivalencia formal; y (2) la idiomática, que también se conoce como traducción por equivalencia dinámica o funcional. Entre estos tipos pueden darse una gama de posibilidades; desde las traducciones exageradamente literales, hasta las adaptaciones demasiado libres.
No se puede decir, así en abstracto, qué traducción es mejor que otra. Dependiendo del texto que tengamos enfrente, debe escogerse el tipo de traducción que mejor refleje el sentido o significado«original» del pasaje. La meta es acercarse lo más posible al sentido original. Eso es lo que impone la pauta para decidir qué tipo de traducción realizar. Por ejemplo, en el caso de nombres propios, el sentido se obtiene, por lo general, con una simple transliteración del nombre. En otros casos, debido a la intención expresa del autor original, se transliteran frases enteras: talita qumi. Sin embargo, estos casos son muy pocos en la Biblia. Aplicarlo a otros pasajes es desastroso:
«Si alguno piensa religioso ser, no poniendo freno a la lengua de sí mismo, sino engañando corazón de él mismo, de éste vana la religión. Religión pura y sin tacha ante el Dios y Padre ésta es, visitar huérfanos, y viudas en la aflicción de ellos, sin mancha así mismo guarda desde del mundo». (Stg 1.26–27.)
Hay ciertas oraciones o estructuras que exigen muy poco cambio al ser traducidas. Eso lo notamos en gran cantidad de pasajes de RVR 1960 (véase como un ejemplo, Sal 23.1). Pero hay otros casos en que sólo con una traducción completa, incluso estructuras sintácticas y retórico-literarias, es posible reproducir el sentido en el idioma receptor. Por ello, es importante aplicar los siguientes principios.
Se traduce el significado, no las formas o palabras aisladas
En la traducción lo importante es el sentido. Para ello, es necesario conocer bien tanto el idioma fuente como el idioma receptor. En esto hay que reconocer que el mensaje de un texto lo da la relación natural de forma y contenido. Hay tres niveles, en el lenguaje, que deben tomarse en consideración:
Fidelidad en la traducción. Hay que evitar, hasta donde sea posible, todo tipo de distorsiones. Recuérdese que se puede traicionar el sentido del texto tanto si se aplica una traducción literal como si se sigue una traducción demasiado libre. El siguiente diagrama ayudará a entender lo que se quiere decir:
Importancia de la traducción funcional o dinámica
De acuerdo con ambos diagramas, podemos apreciar el valor del uso de la equivalencia funcional o dinámica, en la traducción de la Biblia.
1. Se usa la equivalencia funcional cuando una traducción formal no se entiende:
Amós 4.6.
RVR: «Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades …»
DHH: «Yo hice que ustedes pasaran hambre en todas sus ciudades …»
1 Pedro 1.13.
RVR: «Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento»
DHH: «Por eso, estén preparados»
2. Se usa la equivalencia funcional cuando la traducción formal resulta muy ambigua:
1 Timoteo 5.3.
RVR: «Honra a las viudas que en verdad lo son»
DHH: «Ayuda a las viudas que no tengan a quien recurrir»
3. Se usa la equivalencia funcional cuando un traducción formal resulte desorientadora:
Romanos 12.20.
RVR: «Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza»
DHH: «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza»
Amós 1.3, et. al.
RVR: «Por tres pecados … y por el cuarto»
La impresión que le queda a un lector no avisado es que Dios es demasiado duro y violento, con relación a la culpa humana. ¿Cómo es eso de que Dios castiga tan severamente por sólo tres o cuatro ofensas?
DHH: «Los de … han cometido tantas maldades»
1 Samuel 24.3.
RVR: «Y cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies».
DHH: «En su camino llegó a unos rediles de ovejas, cerca de los cuales había una cueva … Saúl se metió en ella para hacer sus necesidades».
4. La equivalencia funcional se usa cuando una traducción formal resulta demasiado complicada y oscura:
2 Corintios 3.10.
RVR: «Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente».
DHH: «Porque la gloria anterior ya no es nada en comparación con esto, que es mucho más glorioso».
5. Se usa la equivalencia funcional cuando una traducción formal viola la naturalidad del idioma receptor:
Mateo 5.2.
RVR: «Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:»
DHH: «Y él comenzó a enseñarles, diciendo:»
Lucas 15.18.
RVR: «Me levantaré e iré a mi padre»
DHH: «Regresaré a casa de mi padre»
Lucas 15.22.
RVR: «Poned anillo en su mano»
DHH: «Pónganle también un anillo en el dedo»
Véase también el versículo 24: RVR,«este mi hijo»; DHH: «este hijo mío».
El sentido lo dan las unidades textuales mayores
En la traducción, son las unidades grandes las que dan el mensaje; las unidades menores se supeditan a ellas. Por eso la exégesis es muy importante. Muchos pasajes, al traducirlos, quedan cortos en su mensaje porque no se consideró adecuadamente la estructura total, o el flujo normal de la argumentación.
Por ejemplo, muchas traducciones, dejándose llevar por el asunto puramente léxico, traducen Jonás 1.2 así: «Anda, vete a la gran ciudad de Nínive y anuncia que voy a destruirla, porque hasta mí ha llegado la noticia de su maldad» (DHH). Sin embargo, la lectura de todo el libro (el discurso completo), especialmente la parte final, deja entrever que la intención de Dios no era la destrucción de Nínive, sino su salvación. Por ello, en la traducción para niños y nuevos lectores se ha puesto así: «¡Levántate, ve a la gran ciudad de Nínive! ¡Diles que están en un gran peligro!» El mismo espíritu tiene la traducción de la Nueva Biblia Española: «… proclama en ella que su maldad ha llegado hasta mí».
La traducción del Salmo 100 no sólo debe prestar atención a las palabras y oraciones que traduce, sino también a la estructura del discurso poético. En ese salmo, la estructura la marcan los siete imperativos presentes. La traducción no sólo debe considerar ese número, sino la estructura concéntrica de los imperativos. La traducción de los dos primeros y los dos últimos imperativos debe mostrar al lector u oyente que son sinónimos de la alabanza.
La traducción del tercero y quinto imperativos debe reflejar que en el hebreo es el mismo verbo. Además, en la traducción se debe mostrar que con la estructura concéntrica el elemento central de la alabanza es el «conocimiento de Dios». En torno a ese imperativo gira el resto de la alabanza. (Otros pasajes que requieren especial atención al discurso total son Dt 5.6–21 [en comparación con Ex 20.1–17]; Sal 127 y 128; Dt 6.4–9.)
Algunas palabras ofrecen problemas particulares que sólo el contexto ayuda a entender su sentido. Tenemos, por ejemplo, el caso de la palabra hebrea nefesh. En RVR, casi indistintamente se ha traducido como «alma». Sin embargo, los estudios recientes sobre antropología bíblica enseñan que la traducción de esa palabra debe deducirse del contexto lingüístico en el que aparece. Salmo 42.1 en RVR dice: «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía». DHH, en una traducción más dinámica, dice: «Como ciervo sediento en busca de un río, así Dios mío, te busco a ti». En este caso, la traducción denefesh es «persona», «yo mismo». La traducción es diferente cuando pasamos al texto de Is 5.14. Una traducción literal del hebreo dice: «Por lo tanto, ensanchó el Seol su nefesh». Tanto RVR como DHH entienden nefesh como «interior» o «boca». En el salmo 105.18 la mejor traducción, de acuerdo con el paralelismo del estico, es «cuello». Así traduce NBE: «le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla». Sin embargo, tanto RVR como DHH entienden «persona». Hay que reconocer aquí que la traducción de NBE está más cerca del hebreo. En Job 41.13 (41.22) nefesh se traduce como «aliento» (así RVR, DHH, NBE). En Éxodo 23.9, nefesh, al que RVR traduce por «alma», significa realmente «estado de ánimo», «experiencia de vida». NBE traduce: «No vejarás al emigrante: conocéis la suerte del emigrante, porque emigrantes fuisteis vosotros en Egipto». DHH dice: «No oprimas al extranjero, pues ustedes fueron extranjeros en Egipto, y ya saben lo que esvivir en otro país». En Génesis 9.5 la traducción es «vida» (RVR, DHH, NBE). En Génesis 23.8 la traducción es «voluntad» (RVR, DHH, NBE). En Levítico 19.28, la traducción es «muerto» (RVR, DHH, NBE). El mismo tipo de estudio debe hacerse de las siguientes palabras: basar («carne», «cuerpo», «persona»), ruaj («soplo», «aliento», «espíritu), jesed («amor», «fidelidad», «misericordia»), emet («verdad», «fidelidad», «firmeza», constancia»).
Contexto social y traducción
Hay que tomar en consideración las peculiaridades del fenómeno lingüístico, tal como lo presenta la ciencia de la sociolingüística. Cómo se usa el lenguaje en contextos históricos, sociales y culturales. Eso tiene que ver con los diferentes públicos: edades, niveles de escolaridad, niveles sociales, uso de la traducción (liturgia, evangelización, devocional), contextos culturales.
La versión popular Dios Habla Hoy nació del anhelo de hacer llegar la Escritura a un nivel de lenguaje que pudiera entender la mayoría de la población hispanohablante de las Américas. Por ello, se consideró a las personas que no conocen el lenguaje eclesiástico y a aquellos que tenían como máximo educación primaria. Así se llegó a un término medio. Se evitó el uso del lenguaje religioso, el lenguaje técnico y el lenguaje de nivel cultural «elevado», pero también se evitó la jerga popular, el caló y el lenguaje no castizo. Se consideró también el fenómeno de los dialectos nacionales del castellano. Se prestó especial atención a palabras censuradas. Por ejemplo, en DHH se ha evitado usar la palabra «coger» («cojo»), porque en algunos países tiene una connotación vulgar.
Con relación a otro punto, el doctor Ronald Ross, consultor de traducciones, ha hecho un estudio titulado «Deixis social en el texto de la Versión Popular».2 Para ello, hace uso de lo que en sociolingüística se conoce como «poder y solidaridad en las comunicaciones interpersonales». «Las diferentes lenguas», dice él, «gramaticalizan estas relaciones de muy diversas maneras y con distintos grados de complejidad». En castellano, por ejemplo, la gramaticalización se da, principalmente, en las formas pronominales y la respectiva concordancia verbal: el uso de tú/ústed, dependiendo de si el hablante puede tratar a su interlocutor de tú o de usted. Ross dice que una traducción dinámica y funcional debe mostrar este hecho peculiar del castellano contemporáneo.3
Información explícita e información implícita
Como en la traducción no sólo se traducen palabras y estructuras, sino sobre todo el significado, una traducción fiel no considera solamente la información explícita, sino también la información implícita. Hay dos tipos de información implícita: (1) la que el documento mismo comunica por medio del vocabulario y las construcciones gramaticales del idioma; (2) la que se halla fuera del texto, en la situación general que ocasionó la aparición del documento, las circunstancias del escritor y los lectores, la relación existente entre ellos.
En el primer caso, la información implícita se encuentra en el mismo párrafo o en los párrafos adyacentes (contexto inmediato). También se encuentra en otras secciones más remotas del documento (contexto amplio).
En el segundo caso, la información implícita se encuentra en el contexto cultural del autor y de su audiencia.
Información suplida por el contexto interno
Con respecto al primer caso, el traductor debe estar informado de las características lingüísticas de cada idioma, fuente y receptor, para saber cómo manejar la información implícita y hacerla explícita en la traducción, si es necesario. Hay varios tipos de material que comúnmente contienen información implícita:
a. La elipsis: quiere decir, en general, «omisión interior». En algunos casos se encuentran omisiones de una o más palabras, que gramaticalmente se requerirían, pero que no son necesarias para el sentido de la oración. Esto ocurre especialmente con la aparición de personajes y el uso de pronombres para referirse a ellos. Una traducción literal, sin considerar el juego entre lo explícito y lo implícito, deja ambigua la relación entre sujeto y acción. Un ejemplo de esto lo tenemos en Marcos 1.9–10. RVR traduce así: «Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos …» ¿Quién subía del agua y vio abrirse los cielos? ¿Juan o Jesús? Por eso en DHH setradujo: «Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, que está en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. En el momento de salir del agua, Jesús vio…» Tenemos otros ejemplos en Génesis 14.19–20.
Otro tipo de elipsis ocurre cuando en el relato o escrito se ha dado por sentado algo presente en el contexto del discurso. Por ejemplo, en Romanos 14.21 (RVR), en traducción literal dice: «Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano se ofenda». De acuerdo con el contexto total del pasaje (cf. vv. 5–13), la expresión «ni nada» significa acciones más allá del comer o beber. Por ello, para evitar sentidos ambiguos, la traducción podría hacer explícito el sentido: «Es mejor no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada que sea causa de que tu hermano tropiece» (DHH).
b. Hay otros tipos de «omisión» gramatical que responden al interés del escritor por dar mayor énfasis a un elemento sobre otro. En este caso, el elemento explícito es el del énfasis. Por ejemplo, en Génesis 4.20 una traducción literal del hebreo dice: «Y Ada dio a luz a Jabal, quien fue padre de los que habitan en tiendas y ganados». Falta un verbo que acompañe el complemento «ganados». RVR, en su traducción suplió explícitamente el verbo diciendo: «Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados».
c. En algunas figuras de dicción, como la pregunta retórica, la respuesta siempre queda implícita, reconociendo que el lector u oyente automáticamente añade la respuesta, por el contexto total del fenómeno de comunicación. En ciertos casos se requiere hacer explícita en la traducción la respuesta implícita. En Gálatas 3.5, RVR dice: «Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oir con fe? DHH, en su traducción, no usa la pregunta retórica, sino que opta por un sentido más explícito: «Cuando Dios les da su Espíritu y hace milagros entre ustedes, ¿por qué lo hace? No porque ustedes cumplan lo que la ley manda, sino porque creen en el mensaje que han oído.
Información suplida por el contexto externo
En el caso de información implícita, por razón del contexto histórico y cultural es necesario evaluar bien cada situación para decidir si esa información se hace explícita en la traducción misma o en las notas marginales. El traductor necesita considerar algunas cosas.Por ejemplo, ¿cuál es el público al que va dirigida la traducción?
En la traducción de la Biblia para niños y nuevos lectores, hay ciertos casos en los que se permite la introducción de información explícita que en el original está implícita. Por ejemplo, en Lucas 2.1–2 una traducción más literal del griego dice así: «Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria». Esta traducción requiere que el lector tenga ciertos conocimientos geográficos e históricos para llenar la información que se mantiene implícita. Por eso, en la traducción para niños se ha puesto: «Poco antes de que Jesús naciera, el emperador de Roma, llamado Augusto, mandó a hacer una lista de toda la gente que vivía en el Imperio Romano. Quirinio, gobernador de la provincia de Siria en ese tiempo, fue el responsable de hacer el censo de todos los que vivían en la región de Palestina».
Ese mismo pasaje de Lucas, en la Biblia de Estudio (VPEE), aparece así: «Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo en todo el mundo. Este primer censo fue hecho siendo Quirinio gobernador de Siria». La información explícita requerida se da en las notas marginales: (a) Augusto: emperador romano, del 27 a.C. al 14 d.C.; (b) Este tipo de censo o empadronamiento servía de base para la recaudación de impuestos; (c) Todo el mundo: es decir, todo el Imperio Romano.
Se hace explícita la información si la cultura y el idioma receptores requieren la explicación de un elemento cultural. Por ejemplo, en el pasaje de Lucas 18.9–14, en algunas traducciones se agrega en el texto del versículo 13 la frase «como señal de humillación» después de la oración «sino que se golpeaba el pecho». Porque en algunas culturas africanas «golpearse el pecho» significa más bien orgullo y poder sobre alguien. VPEE no incluye esa explicación cultural en el texto, pero si la pone como nota marginal: «Se golpeaba el pecho: ademán de pesadumbre o contrición». Lo mismo pasa con Mateo 5.1, donde VPEE agrega la nota: «Se sentó: actitud acostumbrada de los rabinos o maestros religiosos cuando enseñaban». ¿Cómo entender Génesis 31.51–54, donde se dice que Jacob y Labán no sólo se sientan para satisfacer el hambre, cosa que se entiende al leer el pasaje, sino que en el suceso se da todo un simbolismo cuyo significado no se reconoce sin el trasfondo histórico-cultural: al comer se establece y sella un pacto solemne.
La traducción debe ser entendida y aceptada por el público
Hay que tomar en consideración la unidad entre inteligibilidad y aceptabilidad. Una traducción por medio de la equivalencia funcional podría ser rechazada por el público si no toma en consideración no sólo la lingüística sino también el estilo. Algunas traducciones de las así llamadas versiones populares son excelentes en el punto de la comprensión, pero muestran una pobreza de estilo literario. Por ello, una traducción fiel tiene que ser tanto comprensible como natural y bella.
Hay que reconocer que en el ambiente religioso, al público le atrae más lo bellamente hecho y no sólo lo fácilmente comprensible.
Es necesario considerar que los lectores y oyentes de la Biblia no son sólo cerebros; también tienen emociones. Tienen un cerebro divido en dos hemisferios, y cada uno registra y descodifica los mensajes de manera diferente. Gracias a Dios que la Biblia escrita en los originales tiene bella prosa y bella poesía; tiene sermones, cantos, relatos, enseñanzas, proverbios y poemas. Hay que recordar también que se escribieron esos originales en el idioma que hablaban y escuchaban las personas de aquellas épocas.
Libros recomendados
- Beekman, J. y Callow, J. Traduciendo la Palabrade Dios. Trad del inglés por Marlene Ballena. Yarinacocha, Pucallpa, Perú: ILV, 1981.
- Nida, E. A. Dios habla a todos. México: SBU, 1979.
- Nida, E. A. y Taber, Charles R. La traducción: teoría y práctica. Trad. del inglés por A. de la Fuente Adánez. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1986.
- Descubre La Biblia: de Ciencias Biblicas. (1997). Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Libro Descubre la Biblia, Por Edesio Sánchez Cetina, 1997, Sociedades Bíblicas Unidas.